Entonces empezó a sonar una melodía proveniente de todas partes, tan familiar, tan melancólica… Algo que ya había oído y que jamás podría olvidar.
Mi mano se estampó contra el suelo porque ahora notaba un tacto frío recorriéndome la mejilla derecha, exactamente igual que la otra vez, en el sueño, el último balsámico toque frío que sentí en él volvía a repetirse.
Eran unos dedos finos, largos e invisibles que me acariciaban haciendo que perdiera toda consciencia de mi misma y después se perdían en el vacio de nuevo.
Esa melodía, ese sonido peculiar y único, la cosa más hermosa de cuantas había escuchado. Ya no sabía si era mi cabeza que inventaba tan grandes fantasías para saciar la falta de sueño, o una locura transitoria, pero deseaba quedarme así, allí para siempre. Los cuentos al fin y al cabo no deben de ser tan estúpidos como dicen.
Aquel sumatorio de acontecimientos, tan raros que merecerían un programa paranormal solo para esto, me trajeron un deja vú.
Estaba justo donde empecé a estar dormida, cuando perdí la consciencia. Allí estaba apoyada en una extraña postura notando como el calor me quemaba por completo tomando control de todo mi cuerpo. Entonces apareció, ese frío contra mi cabeza, como si alguien pegase un buen bloque de hielo sobre mi frente sin que este mojase mi pelo, como si unas manos talladas en metal frio me sostuviesen calmando el dolor de mi cabeza apretándome a ambos lados de la misma sin que este se calentase en ningún momento, como si alguien me insuflara un aire gélido mientras mis pulmones ardían.
Sus manos, su olor, su respiración ocupando la mía, su frio contra mi calor y su música de fondo, luchando contra el silencio menos acogedor de cuantos me he sumido.
Cada vez era más tenso, cada vez luchar era más difícil, yo había dejado de oponer resistencia contra nada, sufrir era un precio ínfimo con revivir aquello. Pero lo bueno nunca dura, se desvanecía…
Se intensificó una vez más, para pegarse a mí, muy cerca. Un frio abrazo contra mi piel, ahora sí podía notar unos brazos, un cuerpo humano pegándose cada vez más a mí y la vaga silueta del rostro de un ángel con unos ojos que brillaban sobre el vacío oscuro de nuestro alrededor.
Tiene la forma y funcionalidad de la melancolía y la música que se agolpa contra mi oído no hace más que reafirmar mi teoría.
Cada vez está más cerca ahora ya no puedo verle con claridad, porque noto un frio a un lado de mi cara que solo puede ser él, ello o eso; no hay términos para un ser así aunque sea un sueño.
Sus dedos entre mi pelo, su piel contra la mía, su mano en mi cara, sus labios empiezan a susurrar algo.
Entonces cuando casi puedo oírlo, cuando casi puedo grabarlo en mi memoria, desaparece de nuevo. La fiebre me quema y…
… me vuelvo a dar cuenta de que estoy sentada en el balcón, sola, de que me imagino cosas y personas que ni existen ni podrán nunca llegar a existir, añorando el tacto de una mano que jamás me tocará, un aliento gélido contra mi piel y escuchando una música en mi cabeza.
1 comentarios:
HUmm, leyendo... ;)!!
Publicar un comentario